"Amar es aceptar al otro como legítimo yo en la convivencia" (Humberto Maturana)
En mis seminarios o conferencias para damas suelo pedir a las presentes que alzen la mano aquellas que no hayan sentido nunca el deseo de cambiar a sus hombres. Ni una sola mano se levanta. La mayor parte de mujeres se casan con la ingenua pretensión de cambiar a sus maridos "a la fuerza".
Uno de los momentos mas comunes en que las mujeres muestran su natural inclinación a cambiar a sus hombres, es cuando ellas no soportan que ellos opinen diferentes y los conminan a cambiar de opinión o a reconocer que están equivocados. Pero éste no es el camino bíblico.
Cuando doblegamos nuestro orgullo y nuestro ego para reconocer que estábamos equivocados -y aunque no lo estuviéramos, cedemos por mantener la armonía con el otro- entonces demostramos que amamos a nuestra pareja con hechos y no solo con palabras. El amor permite que el otro “gane” por el bien de la relación.
Todos podemos decir de la boca para afuera que amamos a alguien pero a la hora de la prueba demostrar con acciones lo contrario. Todos podemos ponernos las gafas oscuras para mirar al otro cuando nos falla o se equivoca y entonces echarle la culpa del problema, acusándolo y atacándolo, con o sin razón, con o sin causa justificada. El amor usa gafas rosadas para mirar más las virtudes en el otro que sus defectos. Permanece más en el “cuarto de la apreciación” que en el “cuarto de la depreciación”.
A mayor EGO, menores probabilidades de amar de verdad y respetar al otro como diferente. La persona con un ego fuerte desea cambiar a la otra a su imagen y semejanza.
Me parece excelente la definición de ego, como sigla, en inglés:
EGO= EASY GOD OUT
"Donde el ego nos aconseja, Dios nos deja".
Reducir el egoísmo nos permite dejar al otro SER TAL Y COMO ES: DIFERENTE!
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