Friday, April 4, 2014

CUANDO LOS NIÑOS INTERFIEREN CON NUESTRA VIDA SEXUAL

En casi todos los matrimonios se da el caso de que cuando hay bebés en casa la vida sexual de la pareja se ve disminuída o por lo menos desmejorada. Es natural sobre todo cuando la mamá amamanta al bebé a las 2 AM todas las noches. La madre pierde parte del sueño que necesita para reponer las energías perdidas durante la jornada y es cierto que a menor cantidad de horas dormidas -y de peor calidad- menores probabilidades de que la esposa sienta apetito sexual... Pero cuánto puede esta coyuntura prolongarse?...



He tenido varias parejas en consulta recientemente que me vienen a contar que sus niños de 5, 6 y hasta 7 años siguen durmiendo en el lecho conyugal, entre papá y mamá. Craso error. Ahora ellos tienen menos posibilidades de hacer el amor. Sin querer, la mujer desplaza a su esposo a un lugar secundario en su vida. Esto repercute negativamente en la relación. Y esto también perjudica el desarrollo sano del niño, debido a que lo desubica en su posición dentro del sistema familiar(donde él no debe ser quien mande y los padres los que obedezcan sino al revés). Que el niño duerma en la cama de sus padres no es beneficioso para el proceso de estructuración de su “yo” o de su individualidad.


Un pediatra o psicólogo infantil puede aconsejar a los padres sobre qué hacer concretamente para que los niños no alejen a la mujer de su marido. Y esto se aplica a todas las edades de los mismos, no sólo cuando están pequeños. Yo suelo decirle a los papás consentidores, engreidores y malcriadores que si descuidan su relación por dedicarse POR COMPLETO a los hijos, lo más probable es que los hijos terminen sufriendo por esa misma causa. Por qué? Porque mientras más sean absorvidos por los hijos, menos dedicación, devoción y tiempo de calidad tendrán el uno para el otro. Y porque los niños no pueden ser felices si papá y mamá no se aman, si no se demuestran afecto y respeto delante de ellos.


La ley de la Segunda Prioridad en el matrimonio nos dice que después de Dios nadie más importante que el cónyuge en nuestra escala de prioridades. Luego vienen los hijos en tercer  lugar. Si los esposos tienen una relación armoniosa y feliz, los niños crecerán estables y felices. Simple pero cierto.

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