"Porque donde están dos o tres reunidos en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos."(Mateo 18:20)
Conozco decenas de parejas cristianas en las que uno de los dos ya no desea ir a la iglesia, ni siquiera los domingos, y esta desconexión religiosa repercute negativamente en otras áreas de la relación o en la relación como un todo.
No importa qué razón tenga el cónyuge que ya no quiere ir a la iglesia. Si la excusa no es una enfermedad, lo más probable es que el otro cónyuge se sienta decepcionado y hasta abandonado debido a que ya no compartirán un ritual religioso que alimenta la vida espiritual de todo cristiano (e inclusive de los creyentes de otras religiones). Si el pastor, sacerdote o predicador es bueno, asistir a la iglesia enriquecerá nuestra relación con Dios, en la medida en que nos acercaremos más a El, a través de la alabanza de la congregación, y lo conoceremos mejor. Los cánticos de adoración que se entonan en la iglesia tienen el poder de ungirnos con el Espíritu Santo cuando todos elevamos nuestras voces al cielo, juntos, sintiendo una íntima conexión con Dios si cantamos con el corazón.
Vamos a la iglesia por un sin número de razones, una de ellas porque estamos agradecidos a Dios por sus bendiciones. Y qué mejor que agradecer y alabar al Señor con nuestro cónyuge al lado, dándonos asímismo las manos para orar. Sugiero a los caballeros poner la mano en el hombro o la cintura de sus esposas mientras cantan porque ambos se presentan como UNIDAD ante el Señor. Y al orar o rezar, les recomiendo juntar sus 4 manos como expresión de TOTAL unidad. Y permitan que el Espíritu de Dios remueva los rencores, los libere de las tensiones surgidas durante la semana y los prepare para la convivencia pacífica y armónica que es el Plan de Dios para el matrimonio.
"...y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca", dice la Biblia en Hebreos 10:24-25.
Otro ritual altamente recomendable para los esposos es asistir a cuanto concierto de solistas y bandas cristianas se presente en la ciudad y alrededores. Resulta una actividad altamente edificante y hasta romántica, sin dejar de ser divertida. Se convertirá en ritual en la medida en que lo repitamos con regularidad hasta convertirse en una tradición familiar. Por último, escuchar sermones y música cristiana en la casa y en el auto cuando los esposos están juntos, y cuando están solos, favorecerá el mantenimiento de la armonía y la paz en el hogar.
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