IMPORTANCIA DE LA INTIMIDAD SEXUAL EN EL MATRIMONIO

Son cada día más las iglesias que me invitan a dictar talleres y conferencias, inclusive en su santuario, sobre este tema. Parece que ya no es tabú, afortunadamente.
Y es que el sexo fue creado por Dios para el disfrute de los esposos y no solamente para su reproducción.

Muchas mujeres cristianas acaban con su matrimonio porque creen que el sexo las contamina y aleja de Dios.
La Biblia dice todo lo contrario y enseña que el sexo fue creado por Dios para que hombre y mujer se convirtieran en UNA SOLA CARNE.

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento están llenos de versículos que exaltan el goce sexual de los esposos.
"Sea bendito tu manantial,
Y alégrate con la mujer de tu juventud,
Como cierva amada y graciosa gacela.
Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,
Y en su amor recréate siempre." (Proverbios 5:18-19)

 "Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida que te son dados debajo del sol" (Eclesiastés 9:9:)
La sexualidad dentro del matrimonio era tan importante que los hombres recién casados no iban a la guerra ni trabajaban al inicio de su vida conyugal. Dios quería que las parejas disfrutaran de su vida sexual, el hombre tenia un año de gracia para "disfrutar" con su esposa.
" Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer que tomó." (Deuteronomio 24:5)

-El apóstol Pablo nos recuerda que negarse a la relación sexual es un grave error ya que pone al cónyuge en peligro de caer en tentación.
" No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia." (1 de Corintios 7:5)

Muchos parejas cristianas caen en adulterio porque alguno de los dos cónyuges se niega a la relación sexual.
La falta de interés sexual del uno por el otro es también frecuente causal de separación y divorcio.
"Cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer." (1 de Corintios 7:2-4)