Todos hemos experimentado alguna vez en la vida esa sensación de corazón pesado, cargado de dolor y pena, que no se calma ni siquiera con el llanto. Es cierto que ver a un cónyuge o novio(a) abandonarnos es algo sumamente triste, pero es aún peor el fallecimiento de la persona amada.
Yo he experimentado dos veces hasta ahora esta clase de sufrimiento: Cuando mi hermano menor, Diego(15), sufrió un paro cardíaco al escalar las montañas de Marcahuasi, Perú, con un grupo de profesores y compañeros de su colegio Recoleta. Yo tenía en aquel entonces 22 años y su pérdida me dejó desolada. Era un ángel.
Pero aún peor fue perder a mi amado esposo Jorge, también en las montañas peruanas, el 22 de julio del año 2003, en manos de asesinos que atacaron el campamento minero donde él trabajaba como geólogo de exploraciones. Me costó un año reponerme del todo. Recuerdo que lloraba todas las noches.
He identificado 5 etapas del proceso de duelo y recuperación emocional y espiritual:
1) Shock.- En esta etapa el sujeto se niega a reconocer que el ser amado ha fallecido. Puede ser inclusive que manifiesta cierto grado de histeria. Esta etapa suele durar unos días.
2) Cuestionamiento y "castigo divino".- La persona se pregunta qué ha hecho para merecer esto. Por qué Dios la está castigando de esta manera. Hay una dosis de culpa presente. Y ciertamente esta etapa es negativa y debe pasar. Pero es natural experimetarla. Hasta los de fe más sólida suelen dudar en momentos como éstos. En esta etapa los hombres suelen experimentar ira.
3) "Se trata de una prueba".- Es una frase que mucha gente le dice al deudo y que él o ella termina creyendo, por lo menos por algún tiempo. Cuando las personas son creyentes, y más aún si practican su religión, suelen teorizar sobre los motivos de Dios que explican lo sucedido. "Dios está probando mi fe". Como si se tratara de un test o de un examen que hay que pasar o reprobar.
4) Depresión.- En medio de la profunda pena, la vida puede parecer inútil y sin esperanza. Se da una sensación de adormecimiento, como que ya nada importa y la vida no tiene sentido.
5) Aceptación.- Llega más rápidamente y efectivamente si la persona cuenta con ayuda psicológica y/o espiritual.
La aceptación se produce cuando finalmente el deudo se da cuenta de que su ser querido se ha ido y que no hay nada que pueda hacer al respecto. Entonces, comienza a aprender a vivir sin esa persona, y comienza a sentir que hay esperanza y que la vida tiene un propósito. La ira y el dolor empiezan a disminuir, las emociones se vuelven más fáciles de tratar, iniciándose la recuperación. Es en esta etapa que la recuperación se vuelve una realidad.
Las personas que llegan más pronto a La Aceptación son las menos egoístas, las que practican el desapego, las que reconocen que su ser amado goza de una paz y felicidad que nunca experimentó antes en la tierra, ni siquiera en los mejores momentos a su lado. Hay que decirse que nuestro difundo desea vernos felices. Y hay que acudir al único que puede consolarnos y devolvernos la paz interior: Dios.
‘Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.’“ (Mateo 11:28)
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