Wednesday, July 16, 2014

DISCUSIONES POR LA CRIANZA DE LOS HIJOS (II)

Hay muchas razones por las que los padres pueden discutir por causa de los hijos. Una es porque tienen distintos puntos de vista sobre una situación concreta. Un motivo de pleito muy común es qué castigo debe recibir el niño por su mala conducta. La mayor parte de las veces, la madre sale a defender al pequeño e inclusive considera que no debe recibir castigo alguno, lo que hace sentir al padre sumamente mal porque le resta autoridad.


Otra causa es cuando los padres utilizan a sus hijos para sus revanchas. En estos casos, los hijos quedan entrampados en los conflictos de la pareja y esto les hace mucho daño. Son usados por uno de los progenitores para derrotar al otro, o para exteriorizar reclamos que por su cuenta no se animaba a hacer. Los hijos, a su vez, sacan partido de esta situación porque manipulan a uno de los padres (o a los dos) para su propio beneficio.


Si el hijo se enfrenta a uno de los padres, el otro debería apoyar incondicionalmente a su pareja, restituyendo el poder que el niño o adolescente trata de hacerle perder. Si esto no ocurre, seguramente quien calla está cobrándose una vieja deuda que no se ha animado a plantearle al otro abiertamente. 


Es importante que los hijos aprendan que sus padres son UNO, que se mantienen unidos y que ninguno le quita autoridad al otro porque se respetan y se aman. Este es el mejor ejemplo del buen funcionamiento de un matrimonio que le podemos dar a los  hijos.


Qué hacer para que los hijos no sean motivo de discordia?... Comparto con ustedes 3 ideas que espero les sean útiles:
1) El hombre prudente le demuestra amor a su esposa aprendiendo cuáles son los efectos físicos y mentales que produce en la mujer el nacimiento de un hijo. Uno de ellos es la tendencia a los cambios repentinos de humor, por lo cual el amante esposo ejerce el dominio y propio y la paciencia con ella, dos frutos del espíritu que los hombres suelen necesitar en el ámbito familiar.


2) Por otra parte, la esposa perspicaz animará a su marido a que asuma sus nuevas funciones de padre. Lo incluirá en el cuidado del bebé enseñándole con paciencia cómo se cambian los pañales o se preparan los biberones, aunque al principio no lo haga bien. Ella tiene que ejercer los frutos de la paciencia y la mansedumbre.



3) Reafirmen su amor y respeto mutuos. Dios ha dispuesto que los hijos dejen la casa algún día pero que la unión entre el marido y la mujer dure toda la vida (Mateo 19:3-9). Sin duda, el que una pareja primeriza asimile esta idea les ayudará a mantener sus prioridades en la debida perspectiva y favorecerá la correcta crianza de sus hijos y la felicidad de toda la familia.

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