Lo has hecho alguna vez? Si te ha pasado, te pregunto y necesito tu respuesta más honesta: Te consideras perfecto(a)?.... No?.... Por qué entonces miras con lupa la paja en el ojo de tu cónyuge cuando tienes tamaña viga en el tuyo? Esto lo dijo Jesucristo. Lo sabes bien. Y esto nos recuerda nuestras imperfecciones y pecados y nos invita a mirar hacia adentro, hacia nuestra propia mediocridad antes de observar con detalle los defectos de los demás.
Pero nuestra naturaleza humana nos conduce a juzgar rápida y fácilmente al otro.Nos lleva a descubrir todos los errores y las fallas que el otro comete a diario pero pasamos por alto las propias. Es evidente que no somos tan severos con nosotros mismos como lo somos con los demás. Juzgamos pero no nos gusta que nos juzguen. Condenamos pero no nos gusta ser condenados.
Uno de los rasgos más comunes de las parejas en crisis es que se achacan la culpa mutuamente. Con el dedo índice apuntando, atribuyen al cónyuge la mayor o casi total responsabilidad sobre las desgracias que experimentan en su matrimonio. Tomemos conciencia de nuestra equivocación. Nosotros somos en parte responsables de lo que vivimos con nuestra pareja. Aunque aparentemos ser las víctimas, lo somos porque permitimos que las situaciones se escapen de control y hasta en algunos casos fomentamos el descontrol.
En un matrimonio, ambos comparten la responsabilidad sobre sus triunfos y sus fracasos, sus alegrías y sus tristezas, sus avances y retrocesos, sus tiempos de calma y sus tiempos de tormenta. Por eso les digo a quienes se van a casar: entiendan que ustedes conforman un EQUIPO y que como equipo deberán confrontar todos los problemas que se les presenten en su vida matrimonial.
No se trata de que cada uno le eche la culpa al otro del problema que enfrentan. Se trata de que ambos se tomen de la mano, y como equipo (sabiendo que ninguno quiere hacerle daño al otro deliberadamente) ataquen el problema juntos. En vez de tirar cada quien para su lado, magnificando el conflicto, el trabajar como EQUIPO garantiza que la solución sea alcanzada más rápida y eficazmente.
Eres perfecto(a)? No? Entonces deja de acusar, atacar, juzgar y condenar a tu cónyuge por no serlo tampoco. El perdón, la misericordia y la gracia con la que Jesús nos perdona debe ser extendida a los seres que amamos. En vez de echarle la culpa al otro por lo ocurrido, dile con ternura: "Cuenta conmigo para solucionar nuestros problemas JUNTOS....y con la ayuda de Dios, saldremos adelante!".
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