Saturday, June 21, 2014

JUZGAMOS Y CONDENAMOS EN BASE A SUPOSICIONES



"No juzgues, para que no seas juzgado. Porque con el juicio con que juzgas, serás juzgado, y con la medida con que medes, serás medido."(Mateo 7:1-2)

Mi autora cristiana favorita, Joyce Meyer, tiene un libro muy bueno que se ha vendido como pan caliente "La batalla de la mente", en el que describe por qué la batalla entre el bien y el mal, los pensamientos tóxicos y los pensamientos de luz, se da en la mente del cristiano, tanto como en la de los no creyentes, como parte de la lucha por la superación espiritual.




La batalla de la mente es diaria, constante. Y cuando los pensamientos tóxicos nos atacan, o libramos la batalla y los desalojamos del lugar que ocupan en nuestras mentes o nos sometemos a ellos para luego pecar en palabra o en obra. Y esto se da de manera frecuente en la relación de pareja y en general en todas nuestras relaciones humanas.



Cuando un pensamiento tóxico se apodera de nuestra mente y pensamos lo peor de nuestro ser amado, la mayor parte de las veces nos basamos en meras suposiciones que nos conducen a pensar negativamente de él o ella. En el momento en que el pensamiento destructivo se apodera de nuestra mente, solemos JUZGAR de manera rápida y nada compasiva a quien creemos ha hecho o dicho algo digno de ser juzgado. 


Y nuestros juicios se alimentan de nuestras suposiciones. Suponemos lo peor sin conocer la verdad completa, ni siquiera la verdad parcial. Y entonces pecamos. Pecamos contra nuestro prójimo porque juzgamos y hasta condenamos, ocupando el lugar que sólo Dios puede poseer en la vida de esa persona.

Las suposiciones pueden destruir relaciones humanas, hasta las aparentemente más sólidas. Suponemos porque no conocemos los hechos a cabalidad y, a pesar de nuestra ignorancia, procedemos a juzgar y a condenar al otro de todos modos, como si tuviéramos todas las pruebas que demuestran su culpabilidad. Suponemos en base a nuestros propios miedos, nuestras propias ideas infundadas, nuestras propias debilidades. Y al suponer, pensando lo peor de nuestro ser amado, nos equivocamos.


Una de las suposiciones más traicioneras que atormenta nuestra mente es la relacionada con el pasado de nuestra pareja. Tememos que en el pasado él o ella hiciera cosas malas, más de las que tenemos conocimiento. Dudamos sobre si algo de aquéllo pueda continuar dándose en el presente. Y esta forma de suponer y temer destruye nuestra relación y nos destruye a nosotros mismos.


La Palabra de Dios nos enseña que el pasado es solamente eso: algo que ya no tiene sentido en el presente y mucho menos en el futuro. En Filipenses 3:13-14, el apóstol Pablo nos exhorta a OLVIDAR LO QUE QUEDA ATRAS. Y eso mismo sucede cuando el Señor nos perdona nuestros pecados y nos hace nuevas criaturas, (2 de Corintios 5:17). El perdón de Dios va asociado al OLVIDO. "Como está de lejos el oriente del occidente, así El Señor alejó de nosotros nuestras transgresiones." (Salmo 103:12).


Nuestra misión como cristianos es aprender a perdonar y OLVIDAR EL PASADO del otro, de la manera en que Dios lo hace con cada uno de nosotros. No juzgar, no condenar, no suponer: éste es el reto. Y para desterrar la tendencia a suponer lo peor del otro, debemos fortalecer nuestras mentes en la práctica de la HUMILDAD, la COMPASION y el PERDON, virtudes que se encuentran en el núcleo mismo del AGAPE, amor incondicional.

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