Dos de los estados más difíciles de mantener en el matrimonio son el de la paz interior y el de la paz en la relación. Ambos se vinculan estrechamente. Se trata de una relación directamente proporcional. A mayor paz interior de cada uno de los miembros de la pareja, mayores posibilidades de mantener la paz en la relación. Y si uno de los dos no tiene paz interior, el otro sufrirá las consecuencias, y el sistema que conforman como matrimonio se desequilibrará inevitablemente.
El matrimonio es un sistema vivo en el que podemos constatar una de las leyes de la Teoría de Sistemas llamada SINERGIA que señala que EL TODO ES MAYOR QUE LA SUMA DE LAS PARTES. Porque lo que sucede en el matrimonio no tiene que ver con lo que le ocurre a cada una de las partes por separado como entidades independientes sino, sobre todo y ante todo,con la dinámica de la relación resultante de la forma en que ambas partes interactúan. Nadie puede dudar que marido y mujer se afectan el uno al otro.
Si uno de ellos no tiene paz interior, al otro le va a costar mantener la paz en la relación amorosa, sobre todo si la propia tambalea. Claro que quien vive de manera pacífica también puede influenciar sobre quien no conoce la paz como fruto del espíritu, pero para ello el primero debe tener una paz sólida, inamovible, firme, estable, duradera. Una persona así puede salvar su matrimonio influyendo positivamente sobre su ser amado.
La única vía para alcanzar la paz interior individual y con ella beneficiar al otro y a la relación es la vía espiritual, la del acercamiento al Príncipe de Paz, Jesucristo,el Hijo de Dios, quien nos dijo numerosas veces en el Nuevo Testamento: "No teman", "No se preocupen", "No se afanen" y "La paz sea con ustedes".. Una vez que dedicamos nuestra vida al conocimiento del Hijo de Dios y a imitarlo como sus fieles discípulos, la paz llega a nosotros como fruto del Espíritu y nuestras relaciones humanas mejoran, incluido por cierto nuestro matrimonio.
El camino de la paz interior es el camino del dominio propio, de la fe, la esperanza y la confianza en que Cristo nunca nos falla, nunca nos condena, nunca nos abandona. En el Señor encontramos nuestro mejor refugio para los tiempos difíciles. El es nuestra roca y nuestra fortaleza. El es el Buen Pastor y a su lado nada nos ha de faltar. Nadie como El nos ayuda a llevar nuestra carga pesada. En El y sólo en El encontramos la paz que sobrepasa todo entendimiento.
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