SINTIENDO COMPASION POR LAS HERIDAS DEL PASADO

Cuando la pareja de novios comienza a convivir no pasan muchos meses para que abran los ojos a la realidad de los defectos, fallas y problemas del otro, que aparecen como más grandes que los propios. Y aquella persona que nos había deslumbrado, ahora nos ha decepcionado de manera tal que, no podemos entender qué falló y cómo haremos para continuar a su lado.

Lo que ha fallado, entre otras cosas, es nuestra manera de mirar al otro. A las parejas que vienen a mi consulta les pido que hagan el ejercicio de pensar cómo los miraría Jesús, con qué ojos los vería, en ese momento en que uno de los dos levanta la voz con ira, insulta y dice cosas de las que después se arrepentirá. Algunos me dicen que Jesús los miraría con COMPASION y ésa es una respuesta correcta. Porque no hay ni un solo pasaje de la Biblia en el que Jesús contemplara con ira, odio o fastidio al pecador arrepentido, e inclusive a aquellos que lo crucificaron.

Cuán benéfico y transformador sería, para nuestra relación, que miráramos a nuestro cónyuge con los ojos de Jesús. Nuestra reacción sería otra y con ello tendríamos un problema menos.

Otro ejercicio práctico para los momentos de dificultad es meditar en los traumas de niñez, los grandes sufrimientos y las heridas del pasado que condicionan las reacciones de nuestro ser amado, aún sus previas experiencias amorosas fallidas. Todo ese conjunto de vivencias determinan, en alguna medida, que sea quien es, sin siquiera quererlo. Y lo mismo les pasa a las víctimas. Muchas ni siquiera entienden la causa de su conducta pasiva, de complicidad con el agresor. Y puede ser que la causa esté a nivel subconsciente y no sea fácil ni rápido descubrirla.

No se trata de aceptar que la otra persona se quede como está si su salud mental es mala. Se trata de buscar ayuda. Pero es alentador saber que si los dos se miran con los ojos de Jesús y sienten compasión bien entendida el uno por el otro, la relación amorosa será más equilibrada, armoniosa, sana y feliz.