Si hay algo que puede lograr salvar una relación amorosa es que ambas partes sepan pedir perdón, lo antes y más sinceramente posible, después de haberle fallado al otro.
A las parejas que vienen a mi consulta les digo que uno de los grandes errores que la gente que se va a casar comete es creer que el otro no le va a fallar (simple y llanamente porque tiene la buena intención de cumplir con sus votos matrimoniales). Uno de los problemas es contraer matrimonio con altas expectativas. La verdad sea dicha: El otro te va a fallar DE TODAS MANERAS! Y será mejor que lo vayas aceptando tal y como es, con todas su limitaciones, defectos, complejos y traumas de niñez.
Si los novios toman conciencia de que ambos son imperfectos, pecadores al fin, las expectativas se reducirán y eso, de por sí, ya beneficiará a la relación. Por qué? Porque sabiendo lo defectuosos que son, estarán más y mejor inclinados a perdonar y a PEDIR PERDON.
Una película muy famosa en los 70s "Love story" acuñó la frase "Amar es nunca tener que pedir perdón". Suena muy bonito pero no es verdad. Tal vez se puede justificar entendiendo que cuando uno ama, antes de que el otro nos pida perdón ya lo hemos perdonado....pero si quien cometió la ofensa ama a la persona a la que ha ofendido, la necesidad de pedir perdón con arrepentimiento sincero y propósito de enmienda cae por su propio peso. Nadie puede abusar tanto de la bondad ajena. Cómo tener el descaro de pecar contra alguien y creer que lo indicado es que nos perdone sin que pidamos perdón?...Sería como pecar doblemente: y la segunda vez por falta de humildad!
Pedir perdón es importante, justo y necesario...pero no basta por sí solo sino va acompañado del propósito de enmienda que supone un cambio de rumbo, un giro transformador. De qué vale pedir perdón si vamos a reincidir en la conducta ofensiva o hiriente? Para que el otro crea que somos sinceros, no podemos continuar repitiendo el comportamiento que hace daño o hiere a nuestro ser amado. El cambio es imprescindible.
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