"El casado, casa quiere”, dice un viejo refrán, que hace alusión a la vida en pareja, aunque este en muchos casos no es aplicado, sobre todo en aquellos matrimonios que deciden compartir la vivienda con los suegros. Algunos lo hacen por el deseo de convivir con ellos, otros por razones económicas, costumbre o matrimonio apresurado. En cualquier caso, pueden surgir conflictos que no conducen a una relación saludable. Vivir en la casa de los suegros suele traer conflictos consigo porque es el territorio de uno de los cónyuges y siempre va a hacer sentir al otro que este espacio es ajeno.
La inmadurez del hijo o hija que se niega asumir la responsabilidad que asumió al casarse -y que prefiere quedarse en casa de sus padres para ahorrar o por cualquier otra razón- se agrava ante la presencia del primer hijo. En esta etapa la ruptura se presenta inminente ante el desplazamiento del cónyuge a favor de los requerimientos de la suegra y las decisiones del padre o madre son anuladas por la abuela.
La ruptura suele sobrevenir a los 2 años del matrimonio, ante la indiferencia del cónyuge de respetar el acuerdo matrimonial, y asumir las obligaciones que contrajo al casarse. Bien dice la Biblia que "dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne". Por más que un hombre ame a su madre, si es cristiano deberá reconocer que después de casado nadie más importante en su vida, después de Dios, que su esposa.
Qué debe hacer la nuera si no le queda más remedio que vivir algún tiempo en casa de su suegra y ella se comporta de manera insoportable? Ignorar, respirar y sonreir: Momentos incómodos en los que un comentario de mal gusto saldrá a la luz en plena reunión familiar, en un almuerzo casual o en una fiesta. Siempre y cuando no pase a la grosería o a la agresión verbal, deja que ella solita se ría de sus chistes malos o de sus indirectas venenosas.
Tú siempre serás la dama, la que juega sus cartas inteligentemente y no deja afectarse por cualquier dardo verbal. Eso demuestra madurez y compostura. Respira hondo y saca a relucir tu hermosa sonrisa. Cuando sea demasiado entrometida, simplemente no le des pié a que se meta en tu vida: no le cuentes cosas personales, no recalques los defectos de su hijo, no le contestes de mala manera ni le pongas mala cara porque al fin y al cabo, la mejor salida es no confrontarla: es la madre de tu esposo y si él la ama, tú también deberás quererla.
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