Sunday, March 30, 2014

PALABRAS QUE ABREN HERIDAS QUE TARDAN MUCHO EN CERRAR

"Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.  Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Idiota, quedará expuesto al infierno de fuego." (Mateo 5:21-22)


Estos versículos bíblicos son parte del capítulo de las Bienaventuranzas, donde el mismo Jesús nos muestra los parámetros de la vida del cristiano, donde inclusive insultar a alguien equivale a una forma de homicidio, lo que hoy se conoce como Abuso Psicológico y que está basado mayormente en el Abuso Verbal, tan común en nuestra época.



En la mayoría de las parejas que vienen a verme a consulta, suelen ser los hombres los que usan la ira como mecanismo de desfogue para sus frustraciones y tensiones, descargando su furia contra el "vaso más frágil", forma en que el apóstol Pedro describe a la mujer. Pero claro que también hay mujeres que recurren a la ira para ponerse "al nivel" de sus hombres, peleándose con ellos con un volumen de voz alto e insultando tanto o más que ellos. Craso error. Si uno de ellos utiliza insultos para ofender al otro, lo peor que puede hacer el ofendido es defenderse con más insultos. En este toma y daca de malas palabras ninguno de los dos va a salir bien parado, los dos van a perder y la relación se va a deteriorar inevitablemente.


Quien usa insultos, calificativos denigrantes, malas palabras para referirse al otro, actúa como una persona SIN DOMINIO PROPIO, SIN PAZ INTERIOR, sin madurez cristiana. "De la abundancia del corazón, habla la boca" nos recuerda Jesús (Mateo 12:34). Qué triste, qué deplorable, qué destructivo es cuando un cónyuge le dispara al otro una serie de insultos y adjetivos despectivos que abren una herida en el corazón de quien los recibe, una herida difícil de cerrar. Y cada vez que esa persona dispara alguno de sus dardos venenosos nuevamente, la herida que estaba cerrándose se vuelve a abrir y la infelicidad de la pareja no tiene cuándo terminar.


Es hora de que aprendamos a mordernos la lengua antes de proferir necedades. Luego nos arrepentiremos, como suele suceder siempre, pero tal vez ya sea demasiado tarde. Es hora de que busquemos otros mecanismos de desfogue que no sean destructivos. Nuestros labios deben ser empleados sólo para EDIFICAR a los demás. Es muy cierto que "La muerte y la vida están en poder de la lengua..." (Proverbios 18:21) Es que acaso queremos matar a quien decimos amar más?...





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