Thursday, March 20, 2014

LAS NEFASTAS CONSECUENCIAS DE ACOSTUMBRARSE A MENTIR Y cómo la mentira destruye la relación amorosa

Numerosos estudios han comprobado que el promedio de mentiras por semana entre la gente que se confiesa mentirosa es 11.

Dolor de cabeza, problemas de garganta, estrés y tristeza. Estos son los efectos para la salud, tanto física como mental, de no decir la verdad. La honestidad no solo es sinónimo de buenos valores, sino de una buena salud: Decir la verdad mejora la calidad de las relaciones personales y estas, a su vez, mejoran la calidad de vida.


Para construir una mentira, se necesita una gran cantidad de energía física y mental, perdemos un tiempo precioso tratando de ir tapando huecos, en lugar de emplearlo de manera positiva y constructiva. Es evidente asimismo la dificultad que supone para las personas mentirosas abandonar esta insana costumbre. 


Los participantes de una reciente investigación sólo fueron capaces de reducir la cantidad total de mentiras en una mentira por semana. En el día a día, simplemente consiguieron dejar de exagerar sus logros, evitar caer en excusas inventadas, y decir medias verdades en lugar de mentiras. 
Cuando un cónyuge se acostumbra a mentirle a su pareja, la confianza se resquebraja progresivamente y la relación amorosa se destruye con el tiempo. Lo peor es que si la mentira se convierte en rutinaria, el ser amado ya no puede creerle al mentiroso, ni siquiera cuando está diciendo la verdad! Decir la verdad es la mejor forma de reducir el estrés, mejorar la calidad de vida y superar los problemas del pasado. 



La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar. El Señor denuncia en la mentira una obra diabólica: "vuestro padre es el diablo...porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8:44).
Nos hacemos daño cuando mentimos. En Efesios 4:25 leemos: "Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros".




El noveno mandamiento prohíbe la mentira. Éxodo 20:16, "No hablarás contra tu prójimo falso testimonio". Dios aborrece la mentira.Veamos lo que dice Proverbios 12:22, "Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento". Los mentirosos están excluidos de la presencia de Dios. Está en la Biblia, Salmo 101:7, "No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos".


Mentir es no asemejarse a Cristo. En Colosenses 3:9-10 el apostol Pablo nos advierte: "No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno".

Afortundamente, si nos arrepentimos, si reconocemos que somos mentiros y tenemos sincero propósito de enmienda, Dios perdonará los pecados. 1 Juan 1:9, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". Y es perfectamente apropiado para Dios hacer esto por nosotros porque Cristo murió para limpiar nuestros pecados.



Pidamos a Dios que nos dé sabiduría y nos enseñe sus caminos para no caer en el pecado de la mentira. La mejor forma de luchar contra nuestra tendencia a pecar mintiendo es reconocer, como dice Pablo en 2 de Corintios 10:5 que debemos llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.


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