"que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira..."(Santiago 1:19)
Este es un problema más generalizado de lo que cualquiera se imagina. Tanto que las estadísticas de violencia doméstica en los Estados Unidos se han vuelto aterradoras: 960,000 víctimas al año. El número de hombres que maltratan a sus mujeres sigue creciendo. El porcentaje de hombres es significativamente mayor al de mujeres. En el 2013, 85% de víctimas fueron mujeres y solo un 15% varones, de acuerdo al U.S. Department of Justice, Bureau of Justice Statistics.
La mayor parte de parejas que visitan mi consulta se quejan del mismo problema: ellos reaccionan con ira cuando ellas los contradicen o les hacen saber que no están de acuerdo. En el fondo de sus corazones, un alto porcentaje de hombres sueñan con una mujer sumisa que les diga "amén" a todo lo que deciden o quieren hacer. Y hay ocasiones en las cuales el varón se enoja sin aparente motivo (de acuerdo a ella) porque la esposa le da recomendaciones, sugerencias o consejos que a él le suenan a crítica, ataque, cuestionamiento o reclamo. O sea: ella cree "aconsejar" mientras que él se siente "controlado", "manipulado".
Esta percepción tan diferente de la misma realidad es la primera piedra de tropiezo en la relación de pareja. Si a esto le sumamos que hay días en que los dos están más predispuestos a encender la hoguera del pleito, no debiera extrañarnos que la mayoría de matrimonios terminen ardiendo.
Finalmente, hay que considerar otras dos diferencias de género: Las mujeres han sido entrenadas para canalizar y liberar sus frustraciones y tensiones a través del llanto, el que actúa a manera de catarsis. Por su parte, dado que a los hombres les está prohibido llorar, buena parte de ellos recurre a la ira como mecanismo de desfogue del stress laboral, de las frustraciones que provienen de su entorno y sobre todo de las frustraciones relacionadas con su vida conyugal. Y peor aún si al stress le suma el alcohol. Porque la bebida lo desinhibe y lo torna más agresivo todavía.
En resumen, no se trata de justificar la ira masculina. Se trata de entender por qué suelen ser ellos los que utilizan este mecanismo con mayor frecuencia. Aunque con el apogeo del movimiento de liberación femenina, las mujeres entraron, desafortunadamente, a competir con sus hombres en materia de volumen de voz, gritos e insultos. Craso error.
Lo que un hombre iracundo necesita para calmarse es una mujer mansa. No estoy sugiriendo que la mujer se deje maltratar físicamente. Sostengo que si calla será mucho más probable que el pleito no escale,que la hoguera no se encienda produciendo un incendio fatal.
Lo que un hombre iracundo necesita para calmarse es alcanzar la paz interior. Y no hay otro camino para llegar a este objetivo que la vía espiritual. "...pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios." (Santiago 1:20)
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