La mayor parte de los hombres no logran entender por qué la mayoría de mujeres son inseguras. La sociedad las insta a lucir como las super bellas y delgadas modelos de fotos retocadas para las portadas de las revistas femeninas que invaden las cajas registradoras de supermercados y otros establecimientos. La sociedad les hace saber que los hombres se desviven por mirar y codiciar la delantera o el trasero más grande y que es por esto que la pornografía es la industria más lucrativa en internet actualmente.
Las muchas mujeres que vienen a mi consulta me confiesan que no soportan que sus maridos miren a otras mujeres estando ellas presentes. Que no aguantan que ellos sigan a la mujer seductora con su mirada. Los esposos me dicen que sus mujeres exageran la nota, que ellos no tienen ojos lujuriosos, que solamente contemplan la belleza femenina como quien contempla una obra de arte.
Puede ser que digan la verdad, pero qué pasa con aquéllos que se dejan llevar por la tentación y sucumben ante las imágenes lujuriosas?...A ellos fue el mismísimo Jesús quien les dijo que estaban cometiendo adulterio por el solo hecho de mirar a una mujer y codiciarla. Los ojos de un hombre comprometido con una mujer le debieran pertenecer a ella exclusivamente. El punto a considerar aquí es: De qué manera puede contribuir el hombre a incrementar la seguridad de su mujer? No es a través de su mirada posada en otras mujeres, cualquiera sea la excusa que él tenga para hacer esto.
Así como los hombres exigen ser respetados, lo mismo desea la esposa. Ella anhela ser el centro de atención de su hombre. La mayoría de damas no cree que el marido se va a ir detrás de esa otra, pero se sienten dejadas de lado, desplazadas, desprotegidas. Lo que ella desea es ser la niña de sus ojos. Si el esposo hace un esfuerzo por hacerla sentir de esa manera, ella florecerá en belleza, seguridad y tranquilidad.
"Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón." (Mateo 5:28)
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