Cuando los celos son un rasgo distintivo de la persona -y no motivados solamente por circunstancias externas- nos encontramos ante un Trastorno Paranoide de la Personalidad. Son personalidades desconfiadas y suspicaces. Son fríos, calculadores, encuentran amenazas donde no existen y creen que lo que piensan es la única verdad. Su temperamento afecta todas las áreas: social, familiar, amorosa, laboral..
El grado más extremo es el del Síndrome de Otelo, denominado celotipia, es un trastorno delirante con ideas de celos enfermizos que atrapan el pensamiento y convencen al sujeto de que la otra persona es infiel. Construye su delirio con datos irracionales y se toma su tiempo para supuestamente confirmar sus sospechas, pero raramente lo hace. Puede formar parte del trastorno delirante crónico o paranoia. También se puede encontrar en los cuadros demenciales por deterioro involuntario de la corteza cerebral y en el alcoholismo crónico.
El paciente, normalmente un hombre, está absolutamente convencido de que su pareja le es infiel sin que exista motivo real que lo justifique. En estos pacientes, el rival cobra especial relieve: quiere saber quién es, como le conoció, en qué le supera, poniendo constantemente de manifiesto esta morbosa curiosidad, y buscando en las respuestas de su pareja contradicciones que alimenten su convicción.
Se trata de una auténtica encarnación de la actitud y pensamientos de Otelo hacia Desdémona en la célebre obra de Shakespeare. Puede conducir a celos que matan por lo que la persona se convierte en un potencial peligro para su pareja. Cuando se sospecha que los celos están llegando a estos grados extremos, es recomendable visitar al psiquiatra, solicitar medicación e inclusive pensar en internar al paciente para evitar que cometa alguna locura.
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