La fidelidad nace de un
compromiso que se hace un día cuando la pareja decide pasar de amigos a novios
y que se convierte en PACTO INDESTRUCTIBLE cuando contraen matrimonio. La
fidelidad está destinada a prolongarse y durar en el tiempo hasta que la muerte
separe a la pareja. Por eso pide perseverar en la palabra dada, en la actitud
asumida o en la acción prometida.
• Es una virtud difícil
de cultivar
Es relativamente
sencillo ser virtuoso por un período corto de tiempo. Es más exigente vivirlo
durante las 52 semanas del año a lo largo de toda la existencia. Nos llena de
admiración ver realizaciones diversas de la perseverancia: la del atleta que
entrena constantemente para llegar a los juegos olímpicos y triunfar; la de la
madre que se mantiene orando día y noche por la salud de un hijo enfermo; la de
las parejas que cumplen los 50 y hasta los 75 años de matrimonio. En esas
historias hay mucha superación de frustraciones, muchos obstáculos salvados y
mucha maduración en el amor.
• La fidelidad es un
valor del que hablamos poco
La fidelidad implica
sacrificio. Por eso se presenta como algo más rígido y menos atrayente que la
felicidad. La Perseverancia implica una parte de dureza y de exigencia para
superar toda dificultad que se ponga por delante. Perseverar es mantenerse
firme en el creer, en los propósitos, en la acción o los objetivos fijados.
Podemos y debemos perseverar en un proyecto común, en un compromiso o relación.
Es una virtud del día a día y de lo cotidiano.
La fidelidad es un valor contracultural
La sociedad actual se
encuentra más a gusto con compromisos temporales basados en sentimientos. Le
está costando juntar sentimiento y fidelidad. Le entusiasma lo provisorio
basado en la gratificación instantánea. En esta cultura se impone lo
desechable. Se pone relatividad en todo: en los compromisos de matrimonio, en
los económicos o sociales, en los profesionales u ocupacionales. No nos faltan
experiencias de amigos, compañeros o integrantes de la familia que han roto sus
compromisos porque ya no "sentían" lo mismo por su cónyuge.
"Hasta que la
muerte nos separe" es una de las frases del pacto matrimonial que puede
estar privada de contenido y de sentido para muchos que las repiten en sus
bodas, pero que también puede ser una
apuesta por una fidelidad heroica que sí es posible para quienes ponen a Dios
en el centro de sus matrimonios.
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